El Palleter

Sagunto contra Aníbal, Vinatea contra la partición del Reino, el Palleter y Roméu contra Napoleón, son momentos estelares de la lucha del pueblo valenciano por mantener su personalidad, su yo colectivo.

En 2008 se empezó a representar en la antigua placeta de les Panses, hoy Compañía, una recreación teatralizada del mito del Crit del Palleter, por ser el escenario original del hecho que se conmemora. En el mismo lugar, en la trasera de la Llotja de la Seda, se realizan concentraciones y ofrendas florales por parte de grupos políticos conservadores que interpretan el gesto del Palleter como “el primer grito de revuelta contra la Revolución y en defensa del Altar y el Trono”. Estas reuniones tienen lugar en torno a una placa conmemorativa colocada por la Lo Rat Penat , la decana de las entidades de “amadors de les glories valencianes”, en 1908, fecha clave en el asentamiento definitivo del término “Guerra de la Independencia”, que si bien desde mediado del XIX se va imponiendo frente a otras denominaciones, como “la Revolución en España” o “Guerra Napoleónica”, es en su primer centenario cuando se consolida. Y se convertirá en el término preferido por el nacionalismo español.
Homenaje a Vicent Doménech “El Palleter”
Rafael Valls Montes, Historiografía escolar española: siglos XIX-XXI

El blaverismo surge directamente como reacción a las ideas de Joan Fuster (1922-1992) expresadas en su libro Nosaltres els valencians, publicado en 1962, en el último tramo del franquismo. Nótese la proximidad en el tiempo entre su aparición y la erección del monumento al Palleter. La razón de ser del blaverismo es su anticatalanismo; y la extensión e implantación social de un movimiento minoritario y violento, radica en que su discurso fue asumido, en la segunda mitad de los setenta, primero por el partido gobernante en Madrid, UCD, y posteriormente por otras entidades, sobre todo, medios de comunicación. Un ejemplo de esta obstinación obsesiva, inquisitorial, sería la agresión sufrida en 1976 por el cura Pere Riutort, que había editado un misal titulado El Llibre del Poble de Deu, condenado por el entonces presidente de la Junta Central Fallera —y ex concejal franquista— que lo consideraba escrito en un valenciano “catalanizado”.



La inserción del Vicente Domenech, El Palleter en una especie de santoral que encadena las más altas expresiones de una identidad que atravesaría, incólume, milenios, no se explica sino desde un contexto histórico muy concreto: las últimas décadas del siglo XX. Aunque el monumento erigido a su memoria se remonte al propósito de conmemorar el centenario de la Guerra de la Independencia, no se fundirá ni instalará en público hasta 1966. La escultura es obra de Emilio Calandín (Valencia, 1870 – Barcelona, 1919) y tiene su origen, como otras propuestas de tema patriótico (El Cid, José Romeu) en el clima de exaltación nacional española auspiciado durante la regencia de María Cristina. La estatua, realizada con bronce fundido procedente de material bélico en desuso, reproduce al palleter —vendedor de pajuelas para encender el fuego— en el momento en que, enterado de la abdicación de Fernando VII, grita proclamas a favor del Borbón, “atreviéndose a declarar él solo la guerra a Napoleón”. El hecho de que enarbole una caña en la que ha atado su faja y la haga ondear a modo de bandera, propone un vínculo directo, sin más mediación, entre el símbolo de la nación y la ropa del labrador de la huerta, entre el individuo y la patria.
Rafael Gil y Carmen Palacios, El ornato urbano. La escultura pública en Valencia

El Palleter ha sido históricamente un referente polisémico; fue el título de una revista de tendencia carlista fundada en 1882, pero también dio nombre a una publicación satírica de principios del XX. También existió, al comienzo de la Guerra Civil, en el ejército republicano una “Columnna Palleter”, y así se llamó después la “revista del recreo educativo del soldado”, publicada durante la dictadura franquista por la Región Militar de Levante. Pero a partir de la Transición (noviembre 1975 – diciembre 1978) se convertirá en una de las referencias icónicas más profusamente utilizadas por el blaverismo. Este término designa “a la ideología regionalista valenciana en ocasiones asociada a la extrema derecha, que exalta el valencianismo como cultura perteneciente a lo español. Se opone visceralmente a la relación con Cataluña y pretende desvincular la lengua y la cultura entre ambas comunidades (lo que distingue a nivel de símbolos institucionales a catalanes y valencianos es la franja azul de la senyera valenciana, ausente en la catalana, de ahí el nombre de blaveros)”. Todavía, el portal de internet que hace de oficioso portavoz del disuelto grupo ultraderechista Coalición Valenciana se llama www.elpalleter.com.



Esa violencia ya parece innecesaria hoy día. El continuado respaldo institucional, económico y mediático conseguirá que ese radical anticatalanismo –que se basa tout court en la negación de la continuidad lingüística y cultural entre Cataluña y el País Valenciano– llegue a naturalizarse hasta el punto de ser percibido como la condición innata del carácter valenciano, la valencianidad de toda la vida; no otra cosa, en esencia, que la inversión absoluta del principio fusteriano, es decir, ser valenciano no es sino “una manera de ser no-catalán”.
Alessio Caddeo, Secesionismo lingüístico en España: el caso del blaverismo