Metro
Con la inauguración de las líneas 1 y 2 en octubre de 1988, Valencia se convirtió en la tercera ciudad española en poner en marcha un servicio de ferrocarril metropolitano.
En la actualidad Metrovalencia dispone de seis líneas de metro y tres de tranvía, siendo la red completa la segunda en kilómetros después de Madrid, y la cuarta en número de usuarios, después de Madrid, Barcelona y Bilbao.
El 3 de julio de 2006, un convoy de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) descarriló en una curva situada a la entrada de la estación de Jesús, en el centro de Valencia. En el tramo del accidente no había balizas, un dispositivo que podría haber evitado el mayor accidente de metro ocurrido en Europa
41 muertos al descarrilar un convoy del metro de Valencia que entraba en una estación
La investigación apunta a la excesiva velocidad del tren y la rotura de una rueda como posibles causas del siniestro.
En el convoy viajaban más de 150 pasajeros. Unos 47 resultaron heridos. Cuatro de ellos muy graves.
La cifra oficial de fallecidos osciló a causa de la dificultad para extraer los cuerpos.
El conductos es una de las víctimas mortales.
En su momento, la asociación de víctimas, la oposición y otros colectivos criticaron el tratamiento informativo de Canal 9. La cadena pública no alteró su programación, restó relevancia a la noticia en sus informativos o incluso la obvió pocos días después del accidente, coincidiendo con un despliegue especial por la visita del Papa a Valencia.
La visita del Papa a Valencia costó 11 millones a Canal 9
Una petición judicial ha dado luz a parte del gasto que la televisión autonómica valenciana (RTVV) hizo para retransmitir la visita del Papa en 2006 con motivo del V Encuentro Mundial de la Familia en Valencia. José López Jaraba, director general del ente, remitió al Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) más de 300 facturas y al menos una docena de contratos que suman más de 11 millones para cubrir la visita del Papa.
La visita del Papa a Valencia costó 14 millones en urinarios, mochilas y publicidad.
La investigación sobre la vertiente valenciana de la trama Gürtel desvela los gastos ocultados por la Generalitat por el V Encuentro de las familias.
El levantamiento del secreto de sumario de una de las piezas de la trama Gürtel que afecta a la Comunidad Valenciana está desvelando los gastos de la visita del Papa a Valencia en julio de 2006, que la Generalitat había ocultado a la opinión pública.
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El evento, según los investigadores, costó alrededor de 22 millones de euros.
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La Generalitat invirtió 2,6 millones en urinarios en espera de dos millones de fieles que acudirían a la llamada del Papa
En realidad, la ciudad, abandonada por muchos de sus vecinos ante el temor de una avalancha de visitantes y los cortes de tráfico y medidas de seguridad desplegadas ante la llegada de un personaje ilustre, apenas recibió gente.
En los últimos años, el Ayuntamiento de Valencia, apenas habilita entre 250 y 300 con motivo de la celebración de la fiesta mayor de la ciudad, las Fallas.
Poco antes de la inauguración del AVE Madrid- Valencia, en 2010, FGV (Ferrocarriles de la Generalitat Valenciana) decidió cambiarle el nombre a esa estación por el de Joaquín Sorolla, el mismo de la estación del tren de alta velocidad.
Partidos políticos de la oposición y colectivos sociales y vecinales criticaron ese cambio de nomenclatura como un intento de hacer olvidar el accidente que causó 47 heridos el 3 de julio de 2006. Como respuesta a la presión ciudadana, el Ayuntamiento finalmente concedió, dos años más tarde, no restituir el antiguo nombre de la estación, pero sí añadirlo al nuevo, por lo que pasará a llamarse “Joaquín Sorolla-Jesús”
A fin de que el capital circule libremente en el espacio y en el tiempo se deben crear infraestructuras físicas y entornos construidos que quedan fijados en el espacio (anclados en la tierra en forma de carreteras, vías férreas, torres de comunicación, cables de fibra óptica, aeropuertos y puertos, edificios fabriles, oficinas, casa, escuelas, hospitales, etc.).
David Harvey, Diecisiete contradicciones y el final del capitalismo.
No podía haber mejor fiesta gozosa para las muy piadosas autoridades de la Comunidad Valenciana que la visita de un Papa, en este caso Benedicto XVI. Aquellos días, 8 y 9 de julio de 2006, debían de ser para el equipo de Francisco Camps la demostración ante el universo entero del poderío que entonces inundaba de doblones las bodegas de la nave levantina. Para controlar que no estuviera fuera de su sitio ni una sola hoja de los árboles del camino se creó, a pachas entre Generalitat, Ayuntamiento, Diputación y Arzobispado la Fundación V Encuentro Mundial de las Familias. ¿Será por dinero?, se decían manilargos unos consejeros a otros, mientras Camps —El Curita, le decían en la trama— sonreía beatíficamente y se lanzaba requiebros telefónicos con un señor muy divertido al que le llamaban El Bigotes. El mundo era suyo, la comunidad era suya y los contratos eran suyos. ¿Un Calatrava? Tres, cuatro, cinco. Los que hicieran falta. ¿Avenidas? A decenas. ¿Aeropuertos? Como el de Castellón. A quien menos le molestaba la prodigalidad era a Álvaro Pérez, El Bigotes, que mejor estar donde hay mucho.
Tanta felicidad a punto estuvieron de ensombrecerla unos infortunados pasajeros del metro valenciano, cuando tres días antes de la llegada del Papa, a las 13.03 horas del 3 de julio, un tren descarriló en una curva cerca de la estación Jesús,
47 muertos y 43 heridos, muchos de ellos lanzados a través de unas ventanas sin refuerzo y que fueron aplastados por el vagón que se deslizó durante muchos metros sobre su lateral. La orden fue tajante; Canal 9, la televisión de la comunidad, debía silenciar lo más posible ese desgraciado accidente y, desde luego, no alterar ni un ápice la programación, ya dedicada en cuerpo y alma —sobre todo alma— al recibimiento al Papa. Tal cual lo hizo, ante la parálisis de una plantilla inmunizada frente a las injusticias. Así que el muy atareado Juan Cotino, el hombre más religioso de cuantos hombres —y mujeres— religiosos andaban por la Generalitat, y que llevaba meses desviviéndose en la Fundación y fuera de ella para que nada faltara en tan señalada visita, fue el encargado de silenciar a las víctimas, ofreciéndoles alguna dádiva si la protesta se anestesiaba porque nada podía enturbiar aquellos días gloriosos. Gran labor misericordiosa la suya, sin duda, porque era tiempo de gozos, y no de sollozos.
A las 12.19 minutos, del viernes 29 de noviembre de 2013, la televisión pública valenciana ha muerto. La imagen se ha congelado y luego se ha fundido en negro. El Gobierno valenciano ha logrado cerrar las emisiones gracias a un orden judicial.
En su visita a Valencia en 2006, con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias, Benedicto XVI, emulando a su predecesor Juan Pablo II en 1982, usó el Santo Cáliz de Valencia para celebrar la misa.
¿De dónde vienes, Santo Cáliz?
Hasta una veintena de poblaciones europeas se atribuyen la posesión del Plato o Cáliz de la Pasión. En España, el más famoso de todos fue, y sigue siendo, el Cáliz de Valencia o Cáliz e San Lorenzo mártir.
Templespaña, Códex Templi: Los misterios templarios a la luz de la historia y de la tradición.
La medievalista Margarita Torres identifica la copa de San Isidoro de León con la de Cristo y la de Valencia con el «cáliz de los Apóstoles» – «No son incompatibles», apunta la investigadora, quien sugiere un hermanamiento para promocionar ambas reliquias.
El Estado español es el segundo del mundo con mayor número de kilómetros de alta velocidad, por detrás de China, aunque tiene la quinta parte de viajeros por kilómetro de línea de alta velocidad que Francia. En autopistas y autovías es el primer país de Europa en kilómetros, “para lo que se han desdoblado vías con densidades de tráfico ínfimas, que no justifican la inversión”, denuncia Paco Segura, coordinador de Ecologistas en Acción y autor de Infraestructuras de transporte y crisis. Lo mismo pasa con los aeropuertos (48, además de los de Lleida, Castellón y Ciudad Real, y otros 53 aeródromos privados).
Olvidar una fecha, pasar por alto una efemérides, es perder un acontecimiento: si desaparece un objeto desaparece su recuerdo, de manera que el olvido colectivo es la pérdida de los marcos sociales de la memoria.
Pablo Fernández-Christlieb, La psicología colectiva un fin de siglo más tarde.