Marqués de Campo
Un conjunto escultural típico de lo erigidos en las capitales de provincia españolas en el periodo de la Restauración borbónica (1874-1931) homenajea a José Campo Pérez, arquetipo de la burguesía adinerada que domina ese periodo merced a su poder político y económico. Campo era ya alcalde de Valencia antes del golpe de Estado que acabó con la I República, y su apoyo financiero a esa operación le valdría recibir el primer título nobiliario otorgado por Alfonso XII. La Restauración fue una verdadera fábrica de nuevos aristócratas, ennobleciendo a toda una estirpe de caciques locales que respaldaban al régimen interviniendo en política para preservar y fomentar sus intereses empresariales.
Sería importante el papel de la burguesía valenciana en la restauración de la monarquía, consiguiendo con sus conspiraciones el Pronunciamiento de Sagunto que daría paso a la instauración del nuevo régimen. Un telegrama con el mensaje Naranjas en condiciones al General Martínez Campos sería la señal para que su brigada partiera hacia Sagunto y cercarlo, proclamando Rey al príncipe Alfonso.
Alejandro Pradas, Burguesía valenciana: Capitalismo y mano oculta de la Restauración Borbónica.
Alcalde de Valencia entre 1843 y 1847, José Campo está directamente involucrado en la explotación del alumbrado por gas de la ciudad, del agua potable, de la primera línea de ferrocarril, en la constitución de la Caja de Ahorro y Monte de Piedad de Valencia o en las grandes operaciones de especulación inmobiliaria que significaron los ensanches urbanos.
El monumento al marqués de Campo, que se instaló inicialmente en la más céntrica plaza de la ciudad, justo delante del Ayuntamiento, es obra de Mariano Benlliure, el autor favorito del monumentalismo académico español decimonónico —aunque el género y el liderazgo de Benlliure en el terreno de la escultura pública acaparan también la primera mitad del XX—. En su monumento, el prócer aparece rodeado de alegorías de sus negocios: el ferrocarril, el gas y la navegación.
Francisco Comín Comín y Pablo Martín Aceña, Los rasgos históricos de las empresas en España
No se hace referencia en el monumento a uno de los pilares básicos de las grandes fortunas españolas de la época: el tráfico de esclavos, ámbito en el que Campo destacó, en pugna con uno de los mayores propietario de líneas marítimas y negrero también, Antonio López, otro nuevo marqués —de Comillas en este caso— nombrado también por Alfonso XII, quien tenía igualmente intereses en la trata de esclavos, que por entonces era ya ilegal.
La Universidad Católica ocupa edificios que sus fundadores destinaron a niños pobres. Antes de morir y quedar sin descendencia directa los grandes comerciantes y banqueros José Campo, marqués de Campo y Juan Bautista Romero, marqués de San Juan, fundaron cada uno de ellos un asilo destinado a la acogida y educación de niños sin recursos.
Romero fue un importante comerciante hecho a sí mismo que triunfó el negocio de la seda, fundó sociedades de crédito y en 1866 llegó a ser el mayor propietario de bienes inmuebles de la ciudad.
Muy cerca del asilo San Juan Bautista, en el 34 de la calle Corona, está el asilo de Párvulos de Campo fundado por José Campo (…) Aprovechando la pérdida de las escrituras sobre la titularidad del edificio en la Guerra Civil, la Fundación Marqués de Campo -presidida por el arzobispo- se hizo en los tribunales con su dominio en 2005.
En la actualidad la Iglesia utiliza ambos edificios en sedes de la Universidad Católica de Valencia.
Destacado miembro del Patronato de la Universidad Católica es Alfonso Grau,
quien fuera primer teniente de alcalde y concejal de grandes eventos del Ayuntamiento de Valencia con Rita Barberá, cargos de los que se vio obligado a dimitir por su imputación en el caso Noos. Tras su dimisión Grau pasó a dirigir los institutos médicos “Ana Balaguer” y “Viña Giner”, ambos dependientes de la Católica.
José Campo fue diputado a Cortes durante siete legislaturas consecutivas, y su amistad con el Rey le granjearía el título de senador vitalicio. La presencia y los contactos de la burguesía valenciana con los centros de poder del Estado bien explican la ausencia de una identidad que fuera más allá de una exaltación regionalista, orgullosa de sus expresiones culturales, como la huerta, donde se encuentra el origen de la riqueza de ese grupo social, o las Fallas, ambos convenientemente edulcorados y estetizados como expresiones inofensiva de “lo nuestro”.
Federico Martínez Roda, Valencia y las Valencias: su historia contemporánea
En el monumento al marqués, diseñado bajo sus propias directrices, ocupa un destacado lugar la alegoría de la “Caridad”, personificada en la figura de una monja que enseña a leer a unos niños, y que tiene el rostro de la esposa de Campo. El conservadurismo español halla en la iglesia católica el soporte ideológico de su paternalismo frente a las crecientes demostraciones de fuerza de las nacientes organizaciones del movimiento obrero y el liberalismo de la pequeña burguesía, más proclive a la masonería. En esta lucha por el control de las conciencias la prensa, con la escuela, jugaría un papel fundamental. Igual que personajes homólogos en otras capitales de provincia, el marqués de Campo contó como portavoz de sus proyectos con su propio periódico, el diario La Opinión, que en 1866 cambiaría de propietarios y de nombre, que no de orientación ideológica, naciendo así Las Provincias, que aún existe, sin duda el medio de referencia en la forja del discurso identitario conservador en Valencia, por lo menos hasta la deriva iniciada por la Radiotelevisión Valenciana a partir de 1995 y hasta el cierre, en 2013, de Canal 9.
Rafael Gil Salinas, La escultura pública en Valencia y los artistas valencianos.
Durante la inauguración del antiguo asilo del marqués de Campo como sede de la Universidad Católica, el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps la elogió como contribución a “reforzar las raíces católicas” de Valencia, a lo que el arzobispo, Carlos Osorno, correspondió agradeciéndoles su “forma de gobernar”.