Especulaciones inmobiliarias
Conocidas como Salvem, las iniciativas ciudadanas surgidas desde mediados de los años noventa en Valencia, que han sido definidas como “movimientos en defensa del patrimonio” o “nuevos movimientos asociativos”, lo han hecho, por un lado, en torno a la defensa del medio ambiente o la naturaleza, y por otro, en contextos urbanos afectados por procesos de especulación inmobiliaria, degradación de las condiciones de vida en el barrio, gentrificación, etc. Salvem Russafa, en 1998; Salvem el Cabanyal, en 1998; Salvem el barri de Velluters, en 1999; Salvem Benicalap, en 2000; Salvem El Carmen, en 2001; Salvem Tabacalera, en 2006… son algunos ejemplos destacados.
El recurso, por ejemplo, común en las ciudades españolas de los promotores inmobiliarios de convertirse en presidentes de los clubes de fútbol locales, ganándose así el respaldo de “la afición”, el aplauso de los medios y el favor de los votantes (y así el de los políticos) en un proceso de ostentación y agasajo del orgullo local que guarda mucho en común con el fenómeno de las Fallas. El híbrido constructor-presidente de club de fútbol encuentra su realización específica en Valencia en la figura de Juan Soler, presidente y máximo accionista del Valencia CF entre 2004 y 2008, que se ganaría la recalificación en 2006 de 132.000 metros cuadrados del estadio de Mestalla, autorizándole el Ayuntamiento el doble de la edificabilidad legalmente permitida, todo con la promesa de un nuevo y más grande estadio (otro clásico), un edificio-icono encargado a un arquitecto estrella. El País 09.04. 2014.
Quizás el ejemplo paradigmático de los movimientos de resistencia vecinal, o el más visible, o el que más sabiamente ha conseguido manejar la situación haya sido el de Salvem el Cabanyal , que nace en uno de los llamados “poblados marítimos”, un antiguo barrio de pescadores, movilizado para paralizar los planes del “delirio hausmanniano” de prolongación de la avenida Blasco Ibáñez hasta el mar, un agresiva intervención de “urban renewal” desterrada de la practica urbanística en “el mundo civilizado” desde los años sesenta. El País 06.06.2014 | La Marea 06.06. 2014.
El proyecto Portes Obertes ha venido programando desde 1998 intervenciones artísticas —artes plásticas, pero también música, vídeo, fotografía, performance, teatro, danza…—, en la que “los vecinos ponen sus casas, que alojan las obras e instalaciones artísticas y permiten que sean visitadas por personas ajenas, durante varios fines de semana”, logrando por esa vía una atención por parte de los medios que le valió una repercusión que sin duda ha resultado determinante a la hora de mantener la lucha y generar empoderamiento vecinal a lo largo de quince años.
Emilio Martínez, Maribel Domènech, El Cabanyal y el arte de resistir
Las fechas de constitución de estos movimientos se enmarcan dentro del periodo de auge de la burbuja especulativa inmobiliaria en España, cuyas fechas se suelen fijar entre 1997 y finales de 2007 o principios de 2008. En ese tiempo se construyeron 6,5 millones de viviendas, alcanzándose su momento más alto en 2006, con 1.324.500 hipotecas registradas y 865.600 visados. Todo gracias a un clima en el que la desregulación del flujo de capitales internacionales produjo la canalización de cantidades desorbitadas hacia algunos países, como España, donde una debilidad endémica del sistema democrático facilitaba la “omisión o dejación de funciones” del lado de la Administración y hacía fácilmente manipulables las posibles manifestaciones de resistencia cívica. Juan Romero, Juan Carlos Collado y María Teresa Rodríguez, La economía política de la desigualdad
A las ya previsibles operaciones de degradación del entorno (abandono, inseguridad, prostitución, tráfico de drogas ilegales) el movimiento contestó con imaginativas respuestas, utilizando herramientas propias de la guerrilla de la comunicación para dar visibilidad al conflicto y crear opinión pública mediante su presencia en los medios de comunicación.
En esta línea, por citar solo otro ejemplo, cabría nombrar la experiencia del Solar Corona, un espacio de 200 metros cuadrados, en la calle Corona 12-14, en el barrio del Carmen, donde, a partir de una convocatoria de la Red de Arquitecturas Colectivas, el encuentro “Comboi a la fresca” en julio de 2011, un espacio abandonado —y de propiedad privada en un 75%— se logra su cesión temporal indefinida para ser utilizado como “una herramienta de empoderamiento ciudadano que puede contribuir a satisfacer diferentes necesidades y a llevar adelante proyectos de personas y asociaciones, tanto del barrio como del conjunto de la ciudad”. Adrián Torres Astaburuaga, El solar Corona, un espacio de naturaleza participativa